jueves, 17 de noviembre de 2011

DISTINCIÓN ENTRE SALUD MENTAL Y ENFERMEDAD MENTAL SEGÚN KARL POPPER

Karl Popper es uno de los pensadores más influyentes de nuestra época y ofrece una interesante reflexión en “El mito del marco común. En defensa de la ciencia y la racionalidad” respecto a la distinción entre salud y enfermedad mental, que paso a exponerles de forma textual: “....una persona sana muestra una cierta disposición a corregir sus creencias. Puede que lo haga de mala gana, pero, en cualquier caso, está dispuesto a corregir sus puntos de vista bajo la presión de los acontecimientos, de las opiniones que sostienen los demás y de los argumentos críticos.
Si esto es así, podemos decir que la mentalidad del hombre con puntos de vista fijados de manera definitiva, del hombre "comprometido", es afín a la del loco. Es posible que sus opiniones fijas sean "adecuadas" en el sentido de que coinciden con la mejor opinión disponible por el momento. Pero en la medida en que está comprometido, el hombre no es racional: resistirá cualquier cambio, cualquier corrección. Y puesto que no puede estar en posesión de la verdad precisa (nadie lo está), resistirá la corrección racional incluso de creencias enormemente equivocadas. Resistirá aún cuando su corrección sea ampliamente aceptada en vida del sujeto.
Así, cuando quienes alaban el compromiso y la fe irracional se describen como irracionalistas (o posracionalistas), estoy de acuerdo con ellos. Son irracionalistas, aun cuando sean capaces de razonar. Pues se enorgullecen de ser incapaces de salir de su concha, de convertirse en esclavos de sus manías. Pierden la libertad espiritual en virtud de una acción cuya adopción podríamos explicar (de acuerdo con los psiquiatras) como la única racionalmente comprensible: comprensible, por ejemplo, como una acción que cometen por miedo, miedo a que la crítica los fuerce a renunciar a una opinión que no se atreven a dejar desde que hicieron de ella (o creyeron hacer) la base de toda su vida.”

Leyendo estas líneas caigo en la cuenta de que no he trabajado con, por ejemplo, ningún ludópata loco o mentalmente enfermo, ya que todos entienden, asumen, y comparten el hecho de que su conducta no tiene sentido, en tanto en cuanto, el motivo por el que se explican el hecho de jugar de la manera que lo hacen (ganar dinero o recuperar) es evidentemente falso. Lo reconocen inmediatamente, y lo que resulta llamativo es la carencia de una explicación alternativa que tenga algún sentido, y el estar abiertos a la búsqueda de ella. Según un conocido poeta, Panero, uno de los problemas del loco (utilizando la expresión de Popper) es que es connaturalmente sincero, caiga quién caiga (incluido él mismo). Esto es lo mismo que decir, que se aferra a su verdad, y se relaciona con los otros poniéndola de modo absolutamente inflexible por delante, así que cuando pienso en un ludópata lo encuentro a un millón de años luz de la locura.

Por otra parte, también acabo pensando en la locura, (siguiendo, una vez más, el concepto de Popper), que nos aqueja a los profesionales de la salud mental (aunque nadie sepa muy bien QUE ES ESO), en el sentido de que nos aferramos a explicaciones, argumentaciones y modelos, que no pueden ser verdaderos, debido a la aplastante cantidad de hechos que demuestran lo contrario. ¿Cómo podemos afirmar y seguir afirmando, hasta el punto de tomar costosas medidas, que el problema de la anorexia es debido a las tallas, o a las revistas, o a las modelos, cuando está expuesto el 100% de la población a su influencia, y las tasas de prevalencia de este trastorno no superan el 0,5%. ¿Como podemos afirmar y seguir afirmando que el problema del jugador patológico es que no puede contener su impulso de jugar, cuando es evidente que determinadas cosas NO SE PUEDEN hacer sin querer?. A mi modo de ver, la locura de los profesionales que afirman esto de forma tajante, acaban consiguiendo enloquecer a personas que tenían una destructiva (sobre todo para el entorno) pasión, desde el momento en que aceptan y creen (de forma fija) que han hecho todo lo que han hecho, SIN QUERER. La ventaja de esta locura generada por los profesionales, es la misma que las restantes locuras: no afrontar las consecuencias. La desventaja es que un loco es impredecible, y de un loco no se puede uno fiar, por lo que habrá que controlarlo.

No quiero acabar enloqueciendo, y por profilaxis, estoy ansioso por encontrar explicaciones, teorías y modelos, que se acerquen lo máximo posible a la verdad, en un esfuerzo para justificar que desde los estamentos psiquiátricos se le otorgue el rango de enfermedad mental al conjunto de síntomas (conductas, pensamientos, sentimientos) derivados del sufrimiento mas o menos evidente de las personas, y su búsqueda permanente de la viabilidad y del sentido. Para ello, el apoyarse en los hechos me parece imprescindible, y por supuesto en cierta capacidad predictiva que debe de tener toda teoría.

Jesús Castro Rodríguez.
18/7/2008 en "Sobre lo Divino y lo Humano".

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